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soup, soup again

Aquí la sopa, alimento físico, emocional y espiritual, se ofrece en presencia virtual, manifestando que nuestras carencias actuales no solo aluden al bienestar corporal, también a la ausencia de calor humano.

 

Discursos de aspirantes a un poder y gobernantes no llegan a las ollas de sus pueblos, sus promesas se evaporan en la indiferencia que anida en su confort, en la calle, hogar de muchos, decepción hay en la gente, su ingenuidad fue criada entre sentimientos de impotencia y ansiedad, habitantes se reúnen alrededor de un fuego en busca de calor, refugio, abrigo y consuelo para su espíritu, del cielo cae la lluvia, tienen sed, tienen hambre, física y emocional.

 

No siendo ajeno a ninguno de nosotros, existe en el arte una necesidad de entender que estamos inscritos en un tiempo, en un lugar “territorio” en el que suceden fenómenos culturales que nos caracterizan e identifican con un sentido de apropiación y pertenencia frente a nuestro entorno.

He llegado a momentos de creación donde el afuera me llama la atención y se convierte en foco de investigación, delimitando así un horizonte que poco compromete mi intimidad, más siempre hay un vínculo entrañable entre el artista y su obra. Así con la necesidad de vincular lo público a la privado y lo privado a lo público, empiezo a relacionar mi propia historia con las vivencias de un colectivo en el presente.

 

El concepto de esta obra es creado a partir de una vivencia personal, el recuerdo de mi madre dándome la sopita, mientras yo negándome a “crecer” insistía en la lactancia, el calor de su seno mutaba en el amor de cada cucharada, mientras que mi sueño evaporándose hacía que yo vomitara, posteriormente yo escuchaba: “soup again”, su vital intención era nutrirme, estaba en juego mi supervivencia, no su amor... gracias mamá, digerido el mensaje.

 

En esta instalación el agua en contacto con el fuego, se tibia, se calienta y evapora, tal como la vida misma, su vapor es el refugio sagrado en un espacio de encuentro que convoca la olla como hogar, de la pared colgadas, como sentidos doce meses de cada año, ciento doce bolsas de sopa de letra que son el recuerdo de un compromiso, promesa o discurso, que en casos específicamente políticos por lo general no llegan a la olla, a ser realidad.

 

 

Ref.

Antonio Caro

La sopita de la paciencia y la felicidad

 

Marcel Duchamp

Receta:

3 libras de pluma

5 m. de cordel

25 bombillas

Juegos en el umbral - Nuevos Nombres

Biblioteca Luis Angel Arango
     Bogotá 1995

 

Instalación:

 

Ciento doce paquetes de mi sopa de letras,

cables de acero, tensores,

olla, agua, fogón de un puesto,

proyección de video y proyección de luz.

Click en la imagen para ampliarla.

 

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